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México 70: la culminación del reinado carioca. (ZONORIDADES)

Imaginen una tarde de verano en el mítico Estadio Azteca. Es 1970, y la Ciudad de México apenas se ha sacudido un poco la sombra de sangre de Tlatelolco; la normalidad y la calma a cuentagotas. Sin embargo, esa tarde de verano 11 genios brasileños hicieron olvidar la triste realidad mexicana en 90 minutos. Alegoría al carnaval, alegoría a la vida en los gajos de un esférico de fútbol. El jogo bonito, el Brasil inolvidable.Aquella final de Copa del Mundo terminó por encumbrar en la cima de los íconos a Edson Arantes do Nascimento, O Rei para muchos, Pelé para el resto del mundo. Aquella Copa confirmó lo que se temía en ediciones anteriores, Brasil se consagraría como una de las selecciones de balompié más espectaculares, eficaces y sublimes de la historia. Así fue.Alineación inmemorial, once hombres convertidos en mitos, aun para las generaciones que encuentran en los archivos del internet el vestigio de su hazaña, de su grandeza. Formación ideal de cualquier entrenador, donde el principal actor labora para los demás y ellos construyen hombro a hombro, un espectáculo digno de O Rei, una obra de arte, en la cual los diálogos futbolísticos se entrecruzan una y otra vez: caños, sombreritos, fintas, amagues, desbordes, baile, alegría, samba...

... Félix (arquero); Carlos Alberto, Everaldo, Brito, Piazza y Clodoaldo (defensas); Gerson y Rivelino (medios); Pelé (genio); Tostao y Jairzinho (delanteros). Dirigidos por Zagallo, Brasil terminó de esculpir un estilo y una ideología del juego, al que muy pocas selecciones han podido llegar.En el camino se fueron postrando ante la genialidad brasilera las escuadras de la ya extinta Checoslovaquia, los rumanos y el león dormido inglés de Banks, Charlton y Moore, en una primera fase. Después sucumbieron el Perú de Cubillas en cuartos de final y la vieja gloria celeste en semifinales. Italia solo pudo ser un testigo más de la consagración mundial de la verdeamarela.Cuatro a uno y una exhibición monumental. Cuatro que pudieron haber sido ocho. Cuatro goles que le dieron a Brasil la Jules Rimet definitivamente.La alegría y el jogo bonito se fundieron para siempre en un solo país: Brasil.Y fue en México 1970.

Hector Arce.

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